Escrito por Yescenia Navarro
¿Alguna vez tu hijo te ha acusado con tu mamá? Así como el Chavo le decía a Kiko, “Acúsala con tu mamá Kiko? Pues a mí, sí… mi hija más pequeña cada vez que se ve acorralada busca a su mejor abogada, su abuela. Es que su abuela es la alcahueta por excelencia de la familia y, aunque a veces no nos guste, son las mejores haciendo ese trabajo.
Yo la verdad me quedo callada porque si hay alguien que me consintió a mí hasta su ultimo día, fue mi abuela, o sea que no tengo moral para privar a mis hijas de ese privilegio. Las abuelas son consentidoras por excelencia, son las que le compran las cosas que no necesitan, son las que rompen las reglas y, por supuesto, son las que les dan los dulces y chocolates de contrabando al mejor estilo de la Reina del Sur. Y ni hablemos de la disciplina… en mis tiempos, antes de hacer tareas, mi abuela Bella (así se llamaba la mía) teníamos que ver la novela de la tarde, aún cuando mi mamá no me dejaba ver novelas. Me vi “Amazonas”, “El Extraño Retorno de Diana Salazar”, “Principesa” y cuanta novela daban en ese tiempo.
A ella le encantaba el Bingo, entonces yo jugaba con ella y a punta de bingo me enseño las tablas de multiplicar. Ella me dejaba comer en su cama, me calentaba el agua para que no me bañara con agua fría, me dejaba dormir hasta tarde y me hacia comidas especiales aún cuando a sus otros nietos les decía que su casa no era un restaurante. Tengo que confesar que fui la favorita y consentida de mi abuela, entonces ahora que veo que mi mamá llega todos los días, (oh sí todos los días) llega con un juguetito, un dulcecito o alguna chuchería que obviamente se la da a mis hijas, sin que yo me dé cuenta.
Entonces yo solo me río y dejo que ellas disfruten de esa complicidad abuela-nieta que yo disfruté toda mi vida.
Una vez mi hija Isabella hizo un berrinche épico en el carro, estaba llorando porque cuando la recogí en la escuela no hicimos una parada en el chinito cercano para comprar chocolates, los gritos se escuchaban cinco carros más adelante, yo casi que estaba preocupada que me parara un guardia y me interrogara. El berrinche estaba en su punto y en eso me llama mi mamá para asegurarse que hubiese ido a buscar a su nieta a tiempo y en eso escucha el escándalo y me dice “¿Por qué llora Isabellita?” y por allí mismo dice “¿Qué le hiciste?” y yo quede en shock!! Le dije: mamá como que qué le hice, a lo que me contesta: “es que tú no la entiendes, pobrecita”. Ante ese comentario yo solo me reí, que mas me quedaba, regañada por la abuela defensora de la chiquilla que llevaba veinte minutos de un show digno de un oscar. Yo ya me resigné que las peleas con mi mamá no las voy a ganar así que mejor llevo la fiesta en paz, lo que si les puedo decir es que sin ella no seria capaz de lograrlo porque las abuelas son el súper poder mejor guardado de las supermamás. Mi mamá es la chofer, modista, psicóloga, tutora, estilista y por supuesto abogada oficial de mis hijas.
Disfruten a esas súper abuelas que nos ayudan a tratar de tener #TodoBajoControl y de vez en cuando le recordemos primero fue sábado que domingo para que no se olviden que ¡gracias a nosotras son abuelas!