Súper Mamá, ¿te has sorprendido realizando alguna conducta o comportamiento igual a tu mamá o papá? Si tu respuesta es sí, te cuento que todos los seres humanos copiamos los patrones de nuestros padres y de forma no intencional. Hoy la Licda. Lizbeth Argüelles de Robles, Psicóloga Integral y Coach, nos habla sobre los patrones de conducta y crianza.
Copiar los patrones de conducta de nuestros padres no es algo que decidimos, simplemente pasa porque así aprendemos, es de forma natural. Emulamos conductas a las cuales estamos expuestos dentro de nuestro entorno y con las cuales, de alguna manera, nos identificamos. Ya sea por admiración, respeto, forma de relacionarnos o de recibir atención o incluso amor.
Existe un grupo de autores de teorías, representantes de la psicología, que hacen énfasis en el papel determinante de la genética en el desarrollo de patrones de comportamiento en los seres humanos y que todo lo heredado determina la conducta. Por otra parte, otros autores hacen énfasis en el papel de la crianza como factor determinante del comportamiento de los seres humanos. Ambas posturas son muy importantes y tienen relevancia al momento de hablar de los de los componentes dentro de los patrones de comportamiento humano.
Nuestros patrones comportamientos, desde la niñez hasta la adultez, están matizados por lo heredado y lo adquirido, por la genética y por la crianza, respectivamente. Pero para el caso que nos ocupa, en este artículo haremos referencia a los patrones de comportamiento que adquirimos de nuestros padres, por acción de la crianza.
La figura de los padres o cuidadores, son un modelo para los niños y nutren el desarrollo de su personalidad, día con día a través de la interacción constante (crianza). Los niños aprenden de sus principales modelos, padre y madre, todo lo que posteriormente representarán sus patrones de conducta o comportamiento para la vida. Esto es gracias a las neuronas espejo, que son las células nerviosas de nuestro cerebro encargadas de imitar las acciones que inconscientemente llaman nuestra atención. Estas neuronas nos permiten sentir empatía, imitar a los demás, entre otras funciones. Los niños desde la infancia imitan la conducta observada en sus padres y sin ejercer ningún filtro. La copian como referencia de comportamiento y este se convierte en su patrón de comportamiento, tanto si es un comportamiento positivo, como si es un comportamiento negativo.
Los patrones de comportamiento, con el pasar del tiempo, se fortalecen por el nivel de exposición y la repetición constante. También por las acciones resultantes de llevar a cabo estos patrones de comportamiento. Así como también la forma en que se relacionan con otros a través de dichos comportamientos. Incluso, nos identificamos con las figuras materna o paterna, con las que más tuvimos conflicto durante la crianza o con aquella figura paterna o materna con la que más admiramos; todos estos aspectos se complementan al momento de formarse los patrones de comportamiento.
Los patrones de comportamiento se aprenden, pero también los puedes desaprender, cuando estos son negativos o no saludables y no contribuye a tu bienestar integral.
El proceso para desaprender inicia cuando tenemos identificados los patrones de comportamiento negativos y una vez estén identificados, reemplazarlos por nuevos patrones de comportamiento. Un patrón de comportamiento entra es desuso cuando dejamos de usarlo, se debilita la conexión neuronal y se pueden establecen nuevas conexiones, con un nuevo comportamiento y esto puede darse justamente por el papel de la neuroplasticidad del cerebro, que es la flexibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios a través de redes neuronales y de aprender cualquier nuevo comportamiento a través de la repetición de este.
Todo patrón de comportamiento puede modificarse, solo basta con tomar consciencia, conectar con tú yo interior, diseñar el nuevo patrón de comportamiento y comenzar nuevas rutinas en donde practique el nuevo patrón de comportamiento.
Escrito por:
@lisbeth.arguelles
Psicóloga Integral y Coach