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¿Cómo Ayudar A Mi Hijo A Manejar Un Duelo?

Cómo Ayudar A Mi Hijo A Manejar Un Duelo

Súper Mamás, sabemos que atravesar por un duelo no es fácil para ningún miembro de la familia, pero muchas veces por no saber cómo darles una noticia de esa índole a nuestros hijos le privamos de hacerles saber por lo que atraviesa la familia. Es por eso que la Psicooncóloga Paliativista Especialista en Duelo Ana I. Correa, nos cuenta cómo podemos hablar de estos temas con nuestros hijos.

A diferencia de lo que se cree, ningún niño o niña es “muy pequeño/a” para darse cuenta que algo está pasando, mucho menos para pasar por alto la muerte de un miembro de su familia o algún allegado. Quizás no sea evidente para ellos lo que está desencadenando esta experiencia, pero son muy sensibles a los cambios en sus cuidadores, su entorno y en su rutina, y a la ausencia de las personas que acostumbran a ver.

La muerte de un ser querido puede implicar una herida emocional importante. Las heridas, del tipo que sean, deben limpiarse y cuidarse para asegurar que cicatricen bien. Las heridas emocionales no son la excepción. 

¿Cómo se ve el duelo en los niños?

El duelo es una reacción natural y adaptativa frente a las pérdidas y tiene muchas formas de manifestarse. El duelo infantil requiere del apoyo de un adulto para que evolucione sin complicaciones. Los niños y niñas pueden experimentar emociones profundas e intensas, pero dependiendo de la edad, pueden carecer de los recursos cognitivos necesarios para comprenderlas. Debido a esto, las manifestaciones más evidentes y comunes son a nivel conductual y fisiológico, ya que todo lo que no se dice, se expresa de otra forma. 

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Es común ver que los niños que están procesando un duelo estén más sensibles,  tengan conductas regresivas, hagan preguntas sobre lo sucedido o el futuro, sientan miedo o sientan la necesidad de estar acompañados. También es frecuente que no presenten ninguna reacción inmediata y conserven su capacidad de juego y goce. Esto se debe a que el mundo interno de los niños tiende a ser flexible y esto les permite una mayor adaptación y resiliencia.  En algunas ocasiones esto es malinterpretado por los adultos. Se cree que si juegan es porque no están afectados. Sin embargo, el niño mantiene la capacidad de jugar y reír en momentos dolorosos, utilizándolo como herramienta para gestionar el duelo. 

¿Todos los niños y niñas lo interpretan igual?

Ninguna experiencia se puede generalizar. Es importante considerar que incluso dos niños frente a la misma pérdida pueden experimentar un duelo completamente distinto. Uno de los factores más influyentes es la edad. Existe mayor vulnerabilidad cuando la pérdida se produce antes de los 5 años o iniciada la adolescencia. 

Es importante considerar que los niños/as menores de 6 años tienen un pensamiento concreto y literal. Podrían interpretar la muerte como algo temporal y reversible, por lo que es sumamente importante ser muy concreto y evitar disimulos como “se ha dormido o se ha ido”. La forma más efectiva de comunicarlo es explicarles en términos de no funcionalidad, por ejemplo, que el cuerpo ya ha dejado de respirar o el corazón ha dejado de latir.

 A partir de los 6 años, tienden a ser más curiosos, su elaboración es más compleja y han logrado integrar los conceptos básicos para entender la esencia de la muerte: universalidad, irreversibilidad, causalidad, no-funcionalidad y continuación no corpórea. 

¿Cómo podemos apoyar a los niños a atravesar el duelo?

El primer paso es recordar que ellos también tienen derecho a saber y ser parte del proceso. La cantidad de información que le daremos será la suficiente para que entiendan y no más de lo que pregunten, tomando en cuenta que los niños recuerdan a través de lo que los adultos cuentan. 

¿Cuándo comunicárselo? Cuanto antes, mejor. No contarles lo que pasa pensando que se les protege suele ser interpretado por los niños y niñas como exclusión y podrían experimentar la pérdida como un abandono. Es importante empezar explorando qué saben, porque aunque no se les haya comunicado nada todavía, algo han visto, escuchado o fantaseado. Importante hacerlo en un lugar seguro e íntimo para asegurar que se sientan cómodos de expresar sus sentimientos e inquietudes. 

Es importante abrir los espacios para hacer preguntas y ofrecerles respuestas transparentes, favorecer y/o impulsar la expresión emocional y potenciar los factores adaptativos y de protección. Compartir lo que los adultos experimentan emocionalmente es una forma de ayudarles a ponerle nombre a lo que sienten. 

Recuerda que la persona con la que más seguro se siente un niño es con sus padres. Se recomienda que sean ellos quienes comuniquen la noticia. Sin embargo, si están muy afectados o no se sienten preparados emocionalmente, es importante buscar apoyo de un profesional de la salud mental. 

¡No tienes porqué hacerlo solo/a! 

Súper mamás, ¿cómo has logrado comunicarte con tus hijos en situaciones así?

Cuéntanos, te leemos.

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