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“Mamá, tú también tienes derecho: tómate tu tiempo”

Toda mamá tiende a poner a sus hijos en primer lugar y algunas hasta se llegan a  olvidar de sí mismas. Aquellas que han logrado un balance cuentan su experiencia llegando a él y por qué también llegaron a la conclusión de que, para cuidar bien de sus hijos, debían ponerse ellas mismas en primer lugar.

Texto. Diana Sofía Hernández.

Toda madre puede decir que la llegada de sus hijos le cambia la vida por completo, esto incluye sus pasatiempos y las horas en las que las que realiza las actividades que la entretienen.

Para algunas, de hecho, arreglar sus horarios para tomarse un tiempo para ellas mismas es casi imposible; otras lo han logrado, y cuentan no solamente cómo lo consiguieron sino también lo importante que consideran ellas que es conseguirlo, porque admiten que esto les permite rendir mejor en su papel de madres.

Texi González

Texi es una de esas mujeres que no para de estudiar. Es técnica de enfermería y años después de haberse convertido en madre se graduó como abogada y tiene un post grado en Docencia Superior; también es productora de cortos cinematográficos y como actriz está constantemente entrenándose.

Es madre de dos adolescentes: Marco Antonio, de 16 años, y Susana Saavedra, de 14. Ella parece tener todo bajo control, pero admite que no siempre fue así y se dio cuenta de que debía realizar un cambio cuando llegó a enfermarse por esto.

“Soy una mujer que se exige mucho, tiendo a ser muy disciplinada conmigo misma y con todos los que me rodean”, declara González que además relata que en ese momento “me dije a mí misma, ‘yo valgo mucho, yo soy importante y hoy me doy cuenta de que primero soy yo y únicamente yo’, y fui egoísta conmigo misma”.

Pero confiesa que al principio no fue fácil y se sentía culpable, “más cuando no cuentas con el apoyo de tus familiares porque de igual forma están comprometidos con sus labores profesionales, y más cuando no cuentas con una niñera o un personal responsable”.

Para ella, se convirtió más en una lucha emocional ya que se vio en la obligación de tomar decisiones clave como empezar a trabajar de forma independiente, la que siente que “fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida”, para contar con más tiempo libre y así balancear mejor su carrera, su familia, sus amistades, sus pasatiempos más el espacio que sentía que necesitaba darse como individuo.

Admite que su pasión es la actuación, carrera que consume muchas horas del día en especial cuando toca pasar varias horas seguidas en un set de filmación. “Siempre estoy organizando mi agenda con fechas y aprendí a organizarme”, pero sabe que a esta práctica llegó a punta de ensayo y error, porque “uno no tiene un librito en la mano”.

“Fui aprendiendo poco a poco y me convertí en una persona que se ama y se valora”, concluye González, que cuida cada 15 días programar en su agenda una sesión de faciales y realizar por lo menos una vez por semana actividades que le resultan placenteras, como ir al cine y leer.

A las mujeres a las que les cuesta encontrar un tiempo para ellas mismas les aconseja: “nadie tiene un librito sobre cómo ser mamá. Dedícate tiempo, por lo menos una hora diaria para ti”.

La actriz termina expresando “Dedícate tiempo, por lo menos una hora diaria; tus hijos te necesitan, pero primero eres tú”:

Sarita Esses

Sarita Esses es editora, una de esas profesiones que demanda horas de dedicación y disciplina para cumplir con el cronograma de impresión de la publicación en la que trabaja, que no espera.

Pero ella además de madre de cinco varones con mucha energía. Jack, Edmond, Joseph, Jonathan y Gabriel, cuyas travesuras en ocasiones son mencionadas en las historias que relata Esses en su blog Café con Teclas.

Pero a pesar de sus múltiples obligaciones ha aprendido que es necesario desconectarse del mundo y dedicarse unos minutos. Ella comparte en unos cuantos párrafos por qué lo hace y cómo lo logra.

“Desde que mi primer hijo era un bebé aprendí que es importante sacar tiempo para mí misma. Y aunque al principio me sentía culpable, con el paso de los años descubrí que eso no me convierte en una mamá defectuosa, sino en una persona real.

Las responsabilidades de criar hijos son muchas. Pero para cumplir nuestro rol a cabalidad, no basta con sentarse a hacer las tareas con ellos, cocinarles, atender nuestro trabajo y todos los oficios que exige manejar un hogar.

Sí, hacemos todo eso y más, pero hace mucha diferencia hacerlo con una cara alegre y de buen ánimo, o al borde de un colapso nervioso, con una cara agria, el mal humor y el cansancio que se nos salen por los poros.

Para estar bien con nuestros hijos, primero debemos estar bien nosotras mismas. Para mí eso involucra salir con mis amigas al menos una vez a la semana, consentirme en el salón de belleza (sentirse bonitas es algo que se refleja positivamente en casi todo lo que hacemos), y poder encerrarme en mi cuarto a ver películas o jugar en el celular cuando el día ya terminó.

No todas las mamás son iguales; así como todas las mujeres tampoco lo son. Mis hijos ya están grandes, pero voy a todas sus actividades en la escuela, trato de acompañarlos en todos los partidos que pueda, y organizar salidas con ellos los fines de semana. Lo que sí es una regla tallada en piedra es sentarnos para cenar juntos todas las noches, sin celulares ni juegos en la mesa”.

Ida María Catuy

Ida María Catuy trabaja como asistente, es esposa y madre de Ethan Mathew, de ocho años e Ian, de cinco.

Para ella, el secreto para lograr el balance entre el trabajo, la familia y el tiempo destinado al cuidado personal es el “trabajo en equipo”, porque “cuando todos como familia cooperan las cosas son más fáciles y no te sientes sola si no que comparten la carga. Así es que he logrado tener un equilibrio con mi familia y mi empleo, y me ha quedado espacio y tiempo para cuidar de mí”.

Conseguir este balance es importante para ella porque “en ocasiones no solo sufrimos de agotamiento mental y corporal, sino que nuestra piel también se agota y al dedicarnos tiempo tan solo a salir a dar un paseo al mall, aprendemos a respirar y a equilibrar todo y a consentirnos como mujeres”. La madre de dos también recalca que no hay que “olvidar que lo merecemos, porque no somos robots y ayuda mucho [a mantener] a la cordura”.

Ida María también admite que cuando sus hijos eran más pequeños, decidió estar en casa a tiempo completo y los fines de semana eran los únicos días que tenía tiempo para distraerse, por lo que había establecido un horario de oficina para ello. Ahora que sus hijos están más grandes encuentra que la tarea es mucho más sencilla y también encuentra un espacio para salir entre semana con su esposo o con amigos.

Y admite que ha tenido momentos en los que se ha sentido egoísta por tomarse unos minutos para descansar de sus hijos. “He llorado”, confiesa, “pero llega mi esposo, que me aterriza y me dice que no es así, reencontrarme conmigo misma o tener una cita conmigo no es abandono, es parte primordial para poder ser una madre cien por ciento presente y con las pilas puestas”.

Algunas de sus actividades favoritas son la meditación; dormir, porque “ayuda a la piel”; caminar, porque “despeja, purifica, y revitaliza el cuerpo; y “salir al cine, a cenar” para “que nada se vuelva una rutina”.
Ida María comprende que a algunas mamás les cueste tomarse un tiempo para ellas, por lo que recomienda colocar los planes en agenda como algo primordial. “Que lo agreguen en el celular o en el pizarrón, así como lo hacen con las citas de los niños, o como las reuniones de trabajo”.

“Tomarse un tiempo para ustedes, una o 2 veces al mes es tan necesario como ir al pediatra; así notaras que todo comenzará a cambiar y probablemente se conviertan en un compromiso semanal, como los míos. Citas que no se pueden cancelar, solo se puede variar la locación y la compañía, pero siempre mantener presente que somos importantes y merecemos cuidarnos dándonos ese pequeño tiempo”.

Aunque la maternidad es hermosa, también tiene momentos en los que resulta agotadora; es por eso que toda madre debe ser consciente de que necesita un descanso de sus tareas y separar un tiempo para consentirse.

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