A pesar de toda la información que manejaba sobre la maternidad, nuestra Súper Mamá Nayleen Quintero decidió tener una Doula. Pues despejaba cualquier duda, consulta o miedo. ¡Fue un gran apoyo!
Texto: Nayleen Quintero
Créditos de Foto: @dibujarconluz.portraits y www.dibujarconluzportraits.com
Al tiempo que crecía mi panza e íbamos a las citas con nuestro obstetra, algo me llamaba curiosamente la atención durante toda esta etapa. Y era que toda la información (bastante detallada, profesional y emocionante) giraba en torno a la bebé. Esto sin mencionar toda la data. Videos de simulacro del crecimiento. Apps etc, etc que me descargué para no perderme ni un solo momento. Y bueno todo giraba precisamente en torno a la bebé. Bebé por aquí, bebé por allá, bebé desarrolló algo y cada detalle de su evolución nos llenaba de mucha alegría.
Sin embargo, algo no estaba del todo acaparado. Había un miedo #culillito dentro de mí y ese miedito se iba intensificando a medida que se avanzaban las semanas. Me detuve a analizar ¿qué era lo que me daba tanto susto? Pero, no lograba encontrar dentro mi qué era.
Hasta que, en una cita como a la semana 16, el doctor me dice: “Nay recomiendo que te prepares para el parto” y bueno al momento que lo dijo tuve un gran CLICK por dentro. Mi susto era a “parir”, como así que una cabeza saldría de mi pequeño cuerpo jajaja, yo no tenía ni la más mínima remota idea de ¿cómo tenía que estar preparada? ¿esto qué exactamente significaba? ¿cómo empezar a prepararme? ¿con quién? ¿cómo? ¿qué tenía que hacer?
Tenía tantas preguntas que responder que quería salir disparada de esa cita a investigar todo lo relacionado a un “parto”. Por suerte el doctor luego dice, hay unos cursos de preparación para el parto muy buenos. Y me dio unos dos, tres nombres de “doulas” en Panamá que ayudaban a preparar a una mujer para el parto y acompañar si así lo deseaba en el momento del alumbramiento.
Mi querida cuñada nos regaló el curso de preparación. Aprendimos muchísimo sobre qué pasa dentro del cuerpo y mente de la mujer al momento de cumplir las 40 semanas de gestación. Además de este curso mi cuñada, luego de un año de dar a luz a mi sobrino Gianlucca, nos mostró el video de su hermoso parto en casa y, ese video más el curso fueron suficientes para decidir que la mejor manera de traer al mundo a Zara Helena, era hacerlo en la comodidad de mi hogar.
También vi muchos videos de mujeres dando a luz y me leí unos 3 libros relacionados al parto. Esto me llenó de confianza y el miedo -a la medida que más me preparaba- más desaparecía.
En el momento que comprendí que traer al mundo una vida constaba de información, conocimiento y preparación, decidí tomar clases de yoga para fortalecer mi cuerpo. Fue allí donde conocí a Cinthia; una energía de luz, paz y amor hizo sinergia en mí cuando nos conocimos, sin saber que era Doula de parto seguimos viéndonos en clases hasta que me encontré con su blog. Todo hizo click con lo que yo necesitaba aprender de ella y por esto, en una de sus clases decidí proponerle que fuese nuestra acompañante para el día de la llegada de Zara Helena, le escribí una carta de proposición y ella aceptó.
Desde ese día estuvo con la más hermosa y amable disposición para cualquier duda, consulta o miedos que necesitara aclarar, tenerla fue de gran apoyo para nosotros, que por primera vez vivíamos la experiencia de ser padres.
El día en que nuestra bebé decidió venir al mundo llamamos a Cinthia, quien llegó de primero sonriente y calmada a la casa transmitiendo la misma energía que sentí cuando nos conocimos por primera vez. Sus manos apretaban estratégicamente mis caderas en cada contracción, apaciguando la intensidad de la ola. Era como una maga en cada función de organización sigilosa del parto, para que yo no me diera cuenta o sintiera estrés por los preparativos. Además, documentó (a través de su cámara) los recuerdos más hermosos de aquel momento único de nuestras vidas.
Algo especial que recuerdo de este día es que mi esposo y mi mamá, quienes estaban acompañándome en casa en todo momento, se turnaban para apretarme las caderas, sin embargo, por más amor que pudiera haber en sus intenciones eran las manos de mi doula las que actuaban de manera efectiva y precisa para apaciguar la intensidad de una contracción. Y luego se multiplicaba como por 1,000 funciones más que fueron de inmensa ayuda en el momento del parto.
Sin duda alguna, dejar entrar a tu vida una doula para esas 40 semanas de gestación es una decisión inteligente para fortalecer la confianza que debemos tener todas las mujeres en saber que estamos diseñadas para traer luz a este mundo.
Cuéntame, ¿quién fue esa persona especial el día en que nació tu hij@? ¿Te animarías a tener una doula? ¿Crees que ellas deberían formalizar su profesión?