Escrito por: Gloria Quintana
Súper Mamá, la experiencia de un divorcio no es fácil. Suele tomarnos tiempo reescribir nuestra historia y sanar. En este artículo, Gloria Quintana nos comparte cómo escribió su historia de amor después del divorcio.
Empiezo escribiendo que los matrimonios o relaciones de pareja no son desechables. Hoy día es fácil rendirse y acabar la relación. Hay que luchar para tratar de mantenerla más cuando se tienen hijos. Sin embargo, a veces el amor acaba para una de las partes. Lo cierto es que, para echar a andar un matrimonio en crisis, ambas partes deben estar dispuestos. Uno solo no puede remar.
Me había casado para toda la vida
Fue mi caso. A pesar de saber que la relación estaba en crisis, siempre creí que podíamos salir adelante. Pero cuando te dejan de amar, ya no se puede hacer mucho.
El ego lo tuve herido, muy herido. Me dejaron y yo me había casado para toda la vida. En teoría, era una “separación temporal” para ver qué pasaba. Pero entendí que las cosas si se quieren arreglar, los distanciamientos no son sanos y más cuando ya hay un tercer jugador.
“Levántate de ahí, no llores más”
No pensé que levantaría cabeza. Me adelgacé increíblemente. Llegué a pesar lo que pesaba recién graduada de la escuela a los 38 años. Lloré durante 9 meses y 9 días. El 25 de marzo de 2008 fue la última lágrima que derramé. Recuerdo que estaba arrodillada frente a él y le decía que él y yo éramos Batman y Robin. Que nos fuéramos de viaje, que hiciéramos retiro de parejas, yo quería seguir. Le tenía sujeto los brazos y él me quitó mis manos de las suyas y me dijo “Gloria, no lo hagas más difícil”. En ese momento, sentí que el cielo se abrió, una luz me iluminó y una voz me dijo: “levántate de ahí, no llores más”. Increíblemente, después de ese día no boté una lágrima más y decidí empezar a salir con amigas para distraerme.
¿Volveré a sonreír?
Un amigo me dijo, Gloria te casaste muy joven, ahora es que vas a empezar a vivir. La verdad es que yo no entendía lo que me decía, yo pensé que nunca más volvería a sonreír.
Cuando quedé embarazada de mi primer hijo, yo estudiaba en la universidad y me la pagaba. Al salir encinta, tuve que dejarla. Se me venían gastos importantes con la barriga. 11 años más tarde, retorné a mis estudios. En ese entonces, mis hijos estaban en primaria y al salir de la universidad a las 9:00 p.m., tenía que llegar a casa a revisar el cuaderno, tomar lecciones, revisar maletas y correr de último momento a la farmacia a comprar materiales. Tenía cero espacio para vida social universitaria.
Sin embargo, en algunas materias daba clases con el que hoy día es mi esposo. Como yo era una “vieja” en la universidad VS los jóvenes que venían entrando, aparte de que estaba cansadísima, no miraba para ningún lado, pero él a mí sí y yo en Narnia. Soy mayor que él por 8 años. Poniéndolo en perspectiva, cuando yo estaba aprendiendo a multiplicar, él estaba naciendo, ¡OMG! (Oh, ¡Dios mío!)
¡Me empecé a divertir!
Pasan 4 años desde que estuvimos en la universidad y en el 2007 llegó Facebook a mi vida. El 17 de abril de 2008 (23 días después que dejé de llorar), a través de un amigo en común, él me ve en la red social y me contacta. Se había mudado a Miami y estaba cambiadisimo. Tenía unos músculos dignos de Miami Beach. Empezamos a platicar a diario por Facebook y después por Blackberry. Paralelamente, una amiga diseñadora me presentó a un alemán con el cual también empecé a conversar por correo y celular y me empecé a divertir. Me ilusionaba ver la luz roja del cel porque sabía que tenía un mensaje que me haría ilusionarme e intentar olvidar los 15 años de matrimonio.
Tenía mis dudas… ¡la edad!
Entre el panameño en Miami y el alemán en Alemania, me divertía hablar con el panameñito vida mía. Sin embargo, para mí tenía un handicap (desventaja) y era la edad. El alemán era mayor que yo por un año. Pasan 3 años y el panameñito (Mi Titi Pérez) decide mudarse para Panamá devuelta y le serrucha el piso al alemán. Aún así tenía mis dudas… la edad.
Me di la oportunidad dejando los prejuicios de lado. Empezamos a conocernos más. Un día me dijo: “Gloria Quintana quiero que sepas que yo nunca te lastimaré, pues antes de hacerte daño, prefiero hablarte de frente”. Eso me dio algo de confianza, pero seguía con mis temas existenciales de edad. Otro día me dijo: “Gloria Quintana, quiero que comprendas que viví 8 años en Miami e hice lo que me dio la gana y lo que anhelo hoy es tener una familia”. Eso me empezó a mover el piso y pensar que, quizás, sí podía creer.
¡Legalizamos nuestra relación!
Cuando te rompen el corazón, uno queda con secuelas que piensa no desaparecerán jamás. Empecé a creer y confiar y la relación se fue fortaleciendo. Al año nos mudamos juntos. Vivimos 7 años en concubinato escandaloso y en diciembre del 2018 legalizamos nuestra relación, pues ya era formal.
Debo decir que el papá de mis hijos pasó por mi vida para hacerme ese regalo maravilloso de ser mamá. Aprendí mucho y entendí que uno no puede continuar si no te aman y que no se debe mendigar amor.
Entendí que la edad es un número y que la madurez no tiene edad, sino las experiencias de la vida que te hacen crecer, valorar y respetar una relación.
Hoy puedo decir que el tiempo de Dios es perfecto, recuerdo las palabras de mi amigo cuando me dijo que ahora era que iba a empezar a vivir y no se equivocó. Qué bonito lo que estamos viviendo y aprendiendo juntos porque caminamos agarrados de la mano de Dios. Antes, no era así.
Súper Mamá, todas las historias son diferentes. Esperamos que esta historia te inspire y te dé el valor de mirarte y decirte que nunca es tarde para comenzar de nuevo.
¿Qué te pareció la historia de Gloria? ¿Tienes una similar? ¡Te escuchamos!
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