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Del Castigo Al Correctivo

Por: Rossy Morhaim

Súper Mamá, el tema de la crianza no es fácil. Queremos darle lo mejor a nuestros niños, pero también disciplinarlos. En este artículo, la Terapeuta ABA Rossy Morhaim, brinda herramientas para trabajar del castigo al correctivo.

Desde el momento que nace un bebé, pasamos por muchas emociones. Con el tiempo, los niños van creciendo y nos vamos acostumbrando un poco más a sentir y regular estas emociones. Sin embargo, hay una emoción que permanece con nosotros día tras día. Y es: La culpa.

La culpa

La culpa va de la mano con la duda y la inseguridad. Si tendríamos una pantalla que nos dejara leer los pensamientos de las mamás probablemente tendríamos muchas preguntas: “¿Será que lo estoy haciendo bien?” “¿Qué hacía mi mamá?” “¿Se lo compró?” Nos cuestionamos cuando sentimos que algo no anda bien. Este sentimiento de frustración, toma lugar en momentos donde los niños lloran y se ponen irritables. Reaccionamos utilizando una frase muy común: “Se acabó, estás castigado”.

El castigo

El castigo no siempre funciona. Por ejemplo, en casos donde mamá dice: “El castigo ya ni le hace”. Es momento para pensar qué tan efectivo es. La realidad es que implementamos los castigos sin entender qué causa o qué comunica la conducta. Esos correctivos no funcionan a largo plazo. Entre los castigos más utilizados encontramos: los regaños, los tiempos fuera, el quitar un objeto y, aún vemos, el castigo físico. Tenemos que tener en cuenta que los castigos, muchas veces pueden intensificar la conducta ya que puede venir  acompañada de emociones desagradables o, inclusive, agresión física y/o verbal lo cuál podría empeorar la conducta.

Estos castigos provienen de experiencias propias. Por lo general, vienen del pensamiento: “A mi me castigaron de esta manera y estoy muy bien.” Para entender mejor el castigo, es necesario salir de este pensamiento.

Método ABA

En el Análisis Conductual Aplicado, mejor conocido como ABA por sus siglas en inglés (Applied Behavior Analysis), nos enfocamos en entender la conducta en relación con los eventos que ocurren a su alrededor. Se basa en el pensamiento que el ser humano realiza con más frecuencia las conductas que le resultan disfrutables. A lo que llamamos refuerzo. Y, con menos frecuencia, las conductas que le resultan en algo que no disfruta. A lo que llamamos castigo

Ejemplo de refuerzo: Un niño termina su tarea y lo dejan ver televisión. El niño en un futuro sigue terminando sus tareas para poder ver televisión, que es algo que él disfruta. Por el contrario, un ejemplo de castigo: Un niño que termina su tarea y le dan más tarea. El niño en un futuro no va a querer terminar las tareas, ya que recibir más tarea es algo que él no disfruta.  La diferencia entre nuestro término y como se utiliza coloquialmente, es que para que sea considerado un castigo tenemos que haber visto que disminuya o deje de suceder la conducta no deseada.

Las cosas que conocemos como “castigos”, no funcionan para todos los niños. Cada niño, comunica algo diferente en cada una de esas conductas.

Necesidades fundamentales de la conducta

En el ABA, creemos que la mayoría de las conductas comunican 4 necesidades o deseos fundamentales. Estas son:

  1. Atención: El niño se comporta de cierta manera y quiere atención.
  1. Escape: El niño se comporta de cierta manera porque quiere salir de una actividad no preferida.
  1. Acceso a algo tangible: El niño se comporta de cierta manera porque quiere acceso a un objeto o actividad.
  1. Auto-Estimulación: El niño se comporta de cierta manera ya que la conducta en sí le resulta placentera. Por ejemplo:  mecerse en la silla, morderse las uñas, tocarse el cabello etc.

Cambios en la conducta

Cuando logramos detectar qué comunica esta conducta, podemos enseñarle al niño cómo obtener eso que necesita de una manera más efectiva. Buscamos que entienda que, con la conducta problemática, no va a lograr nada. La manera más sencilla para lograr este cambio de conducta es practicar y enseñar esta conducta alternativa donde esté calmado y con buena disposición. No en el momento que esté ocurriendo esta conducta que queremos disminuir.

Corregir sin castigo 

¿Cómo puedo corregirlos sin castigarlos? El castigo elimina la motivación del niño. Si lo hacemos diferente: “primero hacemos la tarea, luego te doy la tableta”, tenemos la motivación presente y es más probable que el niño se porte bien y logre obtener lo que quiere. Nuestra meta es que los niños tengan esa motivación intrínseca de hacer las cosas bien. Pero, la realidad es que, muchas veces, los más pequeños, necesitan también motivación extrínseca en forma de objetos o actividades favoritas para que aprendan cuáles son esas conductas que mamá y papá quieren seguir viendo.

En este mundo de información cambiante podemos sentirnos abrumadas y culpables. Mientras más informados, logramos manejar esas inseguridades y tomar el control de nuestras acciones. El castigo, únicamente, no funciona para corregir una conducta. Es necesario enseñarles también como sí queremos que se comporten. Es importante conocer a sus hijos, sus gustos y sus intereses para poder motivarlos y reforzar conductas. Si cambiamos el enfoque, verán que la convivencia en casa se vuelve mucho más placentera para todos. ¡Inténtalo!

Súper Mamá, para escuchar más de este tema, puedes ir a nuestro podcast #TodoBajoControl haciendo clic aquí.

¿Qué piensas de esto, Súper Mamá? ¿Te has planteado otras estrategias de corrección? Te leemos.

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