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La inclusión empieza desde casa

Nuestra Súperbloguera, Erika Nota, nos invita a no temer al hablar de la condición especial de tu hijo. La información es poder, y en ella está la inclusión. ¡Toma Nota!

Texto: Erika Nota

Hace poco -cuando realizaba una entrevista a unas madres maravillosas que estaban promocionando una organización que les enseña a niños con el espectro autista a disfrutar del mar mediante el surf- hubo una frase de una de ellas que me quedó dando vueltas en mi cabeza e hizo que bombeara mi corazón más fuerte. “La inclusión empieza desde la casa”, comentó ella, y yo en mis adentros me preguntaba, pero: ¿quién sería capaz de excluir a su hijo o hija por tener una condición? ¿Quién sería capaz de esconder o de avergonzarse de su hijo por ser diferente? La respuesta a ambas preguntas me dio miedo, porque entiendo que no todos tienen la misma sensibilidad, educación o simplemente ese amor incondicional de padres que te permite salir adelante contra viento y marea… contra todo pronóstico.

Pero ¿qué es verdaderamente la inclusión? 

Desde mi perspectiva esta palabra de sólo nueve letras abarca un sinnúmero de elementos, elementos tan sencillos pero que por alguna razón lamentablemente en nuestra sociedad panameña todavía no hemos llegado a comprender. Y para muestra varios ejemplos que estoy segura (tú que me lees) has tenido la oportunidad de observar o ser testigo. Se me revuelve la bilis cuando veo personas tan inconscientes y egoístas que se estacionan en los espacios destinados para personas que no pueden moverse con facilidad, ¡uf! eso sí que me saca la piedra.

A mí me parece increíble que eso suceda a estas alturas. Y ni hablar de la ciudad tan hostil que tenemos, poco amigable para personas que no pueden caminar como tú y como yo, y que encuentran en muchas de nuestras aceras (si es que las hay) una barrera arquitectónica que todavía me indica a mí que nos falta años luz para ser una sociedad verdaderamente inclusiva. ¡Ojo y no necesariamente tienes que estar en una silla de ruedas para saber esto! Con el sólo hecho de ir con el coche de tu hijo para algún lugar ya te das cuenta de lo terrible de esta ciudad.  Y ojo que la inclusión va más allá de rampas y espacios públicos adecuados para todos.

Aquí me quedaría toda la mañana escribiendo sobre las tantas cosas que no están fluyendo correctamente, pero me quiero concentrar en la verdadera inclusión, sí aquella que empieza desde la base del hogar, desde la familia de esa persona con condición que tiene que aprender, valorar y respetar a ese familiar porque ¿sabes? Esa persona siente igual que tú, está viva igual que tú, y existe igual que tú. Sé que en tu corazón puedes tener miedo de hacer ciertas actividades por temor a que algo le pase a tu hijo o familiar con condición, pero te has preguntado ¿qué pasaría si enfrentas ese miedo? ¿Qué pasaría si lo intentas y pruebas a ver si a tu hijo o familiar le gusta? o algo mejor ¿le encanta?

Por eso, no te limites con tus hijos, o mejor dicho: NO limites a tus hijos.  Si tienes un niño con alguna condición sé tú la primera en apoyarlo, hay un lenguaje que va más allá de las palabras, ese lenguaje especial que sólo podemos saber las madres, escucha a tu hijo desde tu instinto, desde tu corazón, e inclúyelo en todo lo que hagas. Ese angelito tan especial que Dios te ha dado la oportunidad de llevarlo en tu vientre, de educarlo, de tenerlo en el seno de tu hogar tiene tanto derecho como cualquier otro niño a ser feliz y a sentirse parte de su familia. Que no te dé miedo enfrentar en algunas ocasiones las miradas o comentarios de las personas que no tienen idea del calibre de guerrero que tienen al frente.

Recuerdo que en los carnavales de este año tuve la oportunidad de viajar con mi familia a Cancún junto a un grupo de amigos míos con sus hijos. Eran aproximadamente 10 chiquillos en el ‘trip’ y -todos con una energía y alegría maravillosa por estar todos juntos- incluyendo a mi hijo Rocco que adora estar rodeado de almas con tan buenas vibras, recuerdo que fuimos a una de las actividades más esperadas por todos en el paseo que era “nadar con los delfines”, sinceramente hasta yo estaba tan emocionada como los niños, porque la verdad nunca había tenido la oportunidad de esa interacción tan cercana con delfines.

Todos nos preparamos (padres e hijos) con nuestros salvavidas, escuchando atentamente las instrucciones, y llegó el gran momento. Entre nervios y emoción, de repente el instructor preguntó qué niño se atrevía de primero a interactuar con el delfín. Hubo un silencio y mi instinto de madre me llevó a decirle al instructor que mi hijo Rocco y yo íbamos hacer los primeros. ¡Uf, qué decisión más acertada!  Primero, porque Rocco y yo nos divertimos como nunca y segundo porque a raíz que los demás niños vieron a Rocco atreverse a tocar al delfín, eso les brindó seguridad para seguir su ejemplo. Sí señoras y señores, mi hijo Rocco, quedó como un campeón. Como lo que es, así lo veo yo y nos lo demuestra cada día. ¿Se imaginan que por miedo lo hubiese excluido de esta actividad?

Que no te dé miedo hablar de la condición de tu hijo si la gente te pregunta, y a ustedes que tampoco les dé miedo preguntar. La información es poder, y en la información está la inclusión. Si tu hijo te pregunta qué tiene un niño que se ve diferente, no ignores el tema. Háblale claro con palabras simples que pueda entender dependiendo de su edad.  No digamos “niños enfermitos” o inculquemos lástima a nuestros pequeños cuando pregunten. Simplemente son niños con condiciones, que son diferentes, pero ¿no somos diferentes todos?  Todos tenemos derechos a ser incluidos, y para que eso ocurra, necesitamos que cada uno haga su parte y así estoy segura que no solamente estarás formando a niños que en el día de mañana serán adultos más conscientes y empáticos, sino adultos con un mejor sentido de sociedad.

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