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“¡Qué gordo y hermoso esta tu bebé!” ¿Es realmente sano que tu bebé sea obeso?

La mala alimentación de nuestros bebés puede traer como consecuencia distintas enfermedades, entre ellas, problemas respiratorios durante el sueño. Por eso Súper Mamá, la nutricionista y dietista, Graciela González, nos comparte algunos datos y consejos para ponerlos en práctica.

 

Texto por: Graciela González

 

“¡Uyyy! Que lindo esta ese bebé tan gordito y tan bonito.”…” “Tu bebé se ve que está fuerte, gordo y saludable.” “¡Se ve que come de todo!”.  Frases muy comunes entre las mamás, que a lo largo de los años han asociado la obesidad como característica de salud hacia los niños . Lo que parece ser un comentario inofensivo, usualmente hecho porque quizás les parece tierno esos rollitos, a veces puede ser algo más. Con frecuencia, esas libritas extras pueden causar efectos negativos en el organismo de ese bebé y pueden desmejorar su calidad de vida actual o futura. Un niño o niña obeso/a no es sinónimo de estar saludable; y es responsabilidad del adulto prestar atención.

La obesidad y el sobrepeso no son exclusivamente una cuestión de adultos, Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 más de 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso y 340 millones entre 5 y 19 años tienen sobrepeso u obesidad.  En Panamá, el 30% de los niños en edad escolar presentan exceso de peso.

La obesidad infantil puede considerarse una enfermedad multifactorial, porque, aunque puede estar condicionada por factores genéticos, estos no son determinantes. Son los estilos de vida de la familia los que impulsan el desarrollo de obesidad en los niños; como los malos hábitos de alimentación; el sedentarismo o poca actividad física; el exceso de ingesta de alimentos hipercalóricos con poco valor nutricional; consumo excesivo de azúcares simples, grasas y comida chatarra; entre otros, los que favorecen el desarrollo de la obesidad.  Estas conductas son usualmente reforzadas por la publicidad de alimentos y bebidas dirigidas a los niños a través de la televisión e internet que promueven productos ricos en azúcares, grasas y sal.

Debemos crear conciencia que la obesidad en la infancia tiene graves consecuencias. Aquellos que presentan obesidad infantil, también están en riesgo de presentar niveles más elevados de presión arterial, de colesterol y de insulina en la sangre. Así como, problemas respiratorios durante el sueño, anormalidades en el periodo menstrual en las niñas, problemas ortopédicos debido al exceso de peso en las articulaciones, en comparación con niños de peso normal;  con efectos a largo plazo y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Asimismo, existe un mayor riesgo de que estos niños desarrollen obesidad mórbida en su vida adulta.

La sumatoria de todas estas manifestaciones conlleva a mayor sedentarismo y a incrementar la ingesta de alimentos producto de la ansiedad, complicando más el estado de obesidad. Desde el punto de vista psicosocial, son niños que se aíslan con facilidad o les cuesta participar con otros niños para evitar ser objeto de burlas. Pueden sufrir de constante discriminación, lo que se puede traducir en trastornos de conducta, angustia, depresión, tendencia a la baja autoestima, aislamiento e inseguridad.

¿Qué debemos hacer?

La respuesta es prevención. Esta es la piedra angular para combatir la obesidad, y
el manejo inicia en casa principalmente con el apoyo de los miembros de la familia.  Lograr un buen manejo y definición de nuevos patrones de alimentación no depende del infante sino de quienes están al cuidado de este.  De ellos depende la calidad de los alimentos que se van a adquirir en el supermercado, su forma de preparación, las cantidades y frecuencia de consumo.  Es la responsabilidad de las madres y los padres el control adecuado del estado de salud de sus pequeños y del buen estado nutricional. Es importante estar bien informados sobre los alimentos que debe consumir sus hijos y conocer la importancia de corregir el peso antes que tengamos un adulto potencialmente enfermo en el futuro.

Acudir al nutricionista no debe ser una acción reactiva, lo óptimo sería acudir ante un especialista ya que los padres requieren apoyo para iniciar y mantener prácticas apropiadas de alimentación del lactante y del niño pequeño, para asegurar que el niño alcance todo su potencial en relación con el crecimiento, salud y desarrollo. Una adecuada nutrición durante la infancia y niñez temprana es esencial, ya que es una etapa clave en la formación de hábitos alimentarios.

 

Algunos consejos prácticos para iniciar estos esfuerzos preventivos:

  • Se debe educar a “comer de todo”. Procurar que la dieta sea variada y que se consuma la mayor diversidad de alimentos posible, pues de esta forma es más fácil cubrir sus necesidades en nutrientes.
  • Cuidar el aporte de proteínas de muy buena calidad. Por ejemplo, carnes, pollo, pescados, huevos, lácteos ya que además son buenas fuentes de hierro y zinc. El niño debe recibir la parte sólida de estos alimentos y no solamente el jugo.
  • No ofrecer alimentos como un premio o un castigo. No se debe utilizar la comida como una forma de resolver problemas que nada tienen que ver con ella, como el aburrimiento, tensiones, crisis de ansiedad, etc.
  • Establecer horarios de comida como familia. Esto constituye una buena medida para crear relaciones afectivas, disfrutar juntos de la compra, preparación y consumo de alimentos, que deben ser placenteros y transmitir conductas y hábitos alimentarios correctos; dedicar el tiempo necesario para que el niño aprenda a comer disfrutando.
  • Fomentar la actividad física con el deporte o juegos al aire libre. La inactividad y la televisión favorecen el sobrepeso.  Reducir el uso de videojuegos y el uso de tabletas o celulares. Se aconseja que los menores no permanezcan más de dos horas al día frente al televisor o el computador.
  • Preparar loncheras saludables. Se recomienda incluir frutas picadas en distintas formas, verduras tipo brochetas, yogurt descremado, jugo y leche light, agua con sabor, frutos secos y cereales sin azúcar.

 

Es importante recordar que se debe acudir ante un profesional de salud idóneo cuando se sospecha de obesidad infantil, ya que este es el que podrá definir el manejo personalizado que su pequeño o pequeña necesita para mejorar su estado nutricional, influyendo de manera positiva las decisiones relacionadas con las prácticas alimentarias de la familia, y por ende del infante.

 

Graciela González

Nutricionista-Dietista

Reg. 275

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