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¿COVID En Casa? Mi Experiencia Al Borde De La Locura

¡Lee el artículo de Alexandra Ciniglio!

Escrito por: Alexandra Ciniglio

¿Sabes cómo es vivir con el COVID en casa? Alexandra Ciniglio nos cuenta su historia.

Aquella llamada me tomó por sorpresa, eran cerca de las diez de la noche y dábamos por hecho el estar “libres de COVID-19”. Hacía más de 24 horas que a mi esposo Milton le habían tomado la prueba, y según nos dijeron, ese tiempo de respuesta era un indicio claro de que no había contagio. 

“Estoy positivo” me dijo en tono serio. (En este caso estar “positivo” no era nada bueno) “La doctora quiere hablarte”. (¡Hablarme!, ¿a mí por qué? ¿no me harán la prueba?, mire que hemos estado juntos en casa desde hace una semana que llegó de viaje y…)

“No le haremos la prueba” respondió y empezó con el bombardeo de instrucciones que cambió por completo la rutina familiar para transformarla en una verdadera prueba de cordura. 

“Lo primero: el paciente debe aislarse por completo, que se encierre en el cuarto y que no salga más hasta que le digamos. 

Desde ahora, sirva la comida en desechables y se la deja en la puerta.

Los desperdicios deben ir directo a una bolsa que debe cerrar herméticamente.

Todo lo que salga del cuarto debe desinfectarse con cuidado.

Use guantes y mascarilla. 

¡Cuidado con la ropa sucia!

Él debe ponerla en bolsas plásticas cerradas y usted no las manipule ni sacuda.

Va directo a la lavadora y evite todo contacto”.   

No tuve tiempo de anotar nada, corrí al cuarto saqué algo de ropa, el cepillo de dientes y poco más. Reuní a mis hijos para informarles lo que estaba pasando y nos despedimos con un beso a la distancia, intentando procesar todo lo que aquella doctora nos había indicado. 

Una pregunta”, dijo mi hijo Emanuel de 16 años. (Normalmente después de eso viene un golpe al hígado) “¿Qué posibilidades hay de que la salud de mi papá se complique y no salga de esta?”

¡Uf! En realidad, no sabemos respondí con sinceridad, pero por fortuna mi esposo se sentía bastante bien, no tenía tos ni dificultad respiratoria. Un leve dolor de cabeza y apenas un grado de fiebre habían pasado por él hacía unos días. En ese momento los únicos síntomas eran la pérdida del olfato y el gusto, un indicio que ni siquiera estaba entre los anunciados por el MINSA, pero del que se empezaba hablar en publicaciones internacionales, y que nos alertó a pedir la prueba. 

Esa misma noche me puse manos a la obra.

covid en casa

Leí todos los protocolos que el MINSA tenía en su página web y desinfecté toda la casa con una olorosa mezcla de cloro. Mis hijos y yo extremamos las medidas de lavado de manos y distanciamiento. Adicional, separamos nuestros platos y vasos entre nosotros. No compartimos bocado y yo me instalé a dormir en la sala, ya que no sabíamos si alguno podía estar infectado. No nos harían la prueba, así que sencillamente tocaba esperar por si acaso surgía algún síntoma.

A la mañana siguiente informamos a la administración del PH sobre la situación y establecimos un sistema que nos permitiera disponer de la basura de forma segura para todos y recibir pedidos del exterior sin entrar en contacto con nadie. Durante las siguientes semanas el apoyo de familiares, amigos y vecinos, además de la ayuda de las administradoras, conserjes y guardias de seguridad del edificio fue vital para nosotros. 

Confieso que los primeros días fueron MUY estresantes entre el pensar que en cualquier momento la salud de mi esposo pudiera empeorar y las precauciones que debíamos tomar para no contagiarnos. Cada vez que Milton abría la puerta del cuarto para recoger la comida nos saludamos de lejos; cada vez que sacaba la basura o la ropa sucia era un acontecimiento paranoico. Nos fuimos tranquilizando cuando vimos que salvo un leve dolor en la parte baja de la espalda y una sensación de inflamación en las vías urinarias, él nos decía que cada vez se sentía mejor.

Covid en casa

Un día a la vez, así vivimos mi familia y yo las siguientes semanas del COVID en casa. Para mí fueron jornadas agotadoras entre los quehaceres de la casa, la cocina, el teletrabajo, los hijos frustrados con sus nuevas clases online y mantener una estricta limpieza de todo incluyendo las compras que llegaban a casa. Por suerte, mi hija Victoria fue un gran apoyo, especialmente en asegurarse de que al papá no le hiciera falta nada. Poco a poco todos nos fuimos adaptando a la nueva rutina y hasta la escoba ya se paraba sola. 

A pesar de que el nuevo aroma hogareño a cloro me tenía un poco mareada y las manos me dolían de tanto desinfectar debo decir que tuvimos suerte. Por un lado, ni mis hijos ni yo nos contagiamos.  Y por el otro, los síntomas de mi esposo fueron bastante leves lo que le permitió continuar trabajando desde el encierro, jugar en familia videojuegos, hacer algo de ejercicios y hasta tomar un poco de sol por la ventana. Aunque se sentía bien de salud su aislamiento total (y por ende la locura en casa) duró más de tres semanas esperando las nuevas pruebas del MINSA.   

Han pasado varios meses desde que recibimos aquella llamada esa noche. Y, aunque no pude anotarlas, no me olvidan las instrucciones que me dio la doctora. Si tuviera que agregarle algo diría que este virus es como el mar, que no hay que tenerle miedo sino respeto. Limpieza, organización y MUCHA, pero MUCHA paciencia son la clave para sobrevivir con el COVID en casa y no enloquecer en el intento.

Recuerda lavarte las manos con frecuencia, Súper Mamá. Utiliza tu mascarilla y solo sal si es indispensable. Protégete a ti misma y a tus seres queridos, también.   

¿Qué te pareció este artículo de nuestra Súper Mamá, Alexandra Ciniglio, sobre su experiencia de Covid en casa? ¡Coméntanos! 

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