Después del embarazo evitemos prendas con texturas que puedan lastimar a tu peque como lentejuelas o telas rugosas, que además pueden dañarse. ¿Más sugerencias? ¡Sigue leyendo!
Texto: Marianela Lacayo
Asesora de Imagen Personal y Profesional
Hasta hace casi dos años, los que tiene mi hijo. Más los nueve meses que lo llevé en el vientre. Nunca tuve que ver mi armario de forma tan elemental e importante para lograr hacer más eficiente mi tiempo.
Pasé 36 años de mi vida dedicando el tiempo sólo a mí. Para lo que se refería a mi arreglo personal sacaba provecho del tiempo. O lo perdía disfrutando de lo que lograba con mis looks cada día.
Soy consultora de imagen, sin duda algo de vanidad hay en mí. Con lo que aquello de ir al salón de belleza, hacerme cabello, pies, manos y más elementos que se va uno encontrando como necesarios de pulir con expertos, era algo cotidiano. Hacer ejercicio, comer bien y con calma, hacer compras para estar actualizada eran parte de mis rituales para lograr la imagen que me representaba. Sin embargo, llegó el momento de replantearme cada uno de los puntos antes expuestos. Y entrar de vez en cuando en crisis al darme cuenta que ahora todo aquello resulta imposible. Si estoy casi a tiempo completo con mi bebé.
Algunos de mis rituales de belleza comencé a realizarlos en casa en el momento que pudiera. Los he tomado como relajamiento personal, desde hacerme un facial o tratamiento de cabello casero, hasta depilarme o pintarme las uñas. Pero elegir mi ropa para el día a día, cuando salgo de casa fue el cambio más drástico.
Quizá algunas me odien por contarles que en vez de ganar peso lo perdí durante el embarazo. Ni siquiera he recuperado mi peso ideal que tenía al quedar embarazada. Pero muy aparte de eso, lo importante ha sido el que tengo muchos conocimientos como guía de estilo para otras personas. Que cuando tocó hacerlo conmigo fue traumático porque debía optar por nuevas maneras de hacer las cosas y me resistía.
Siempre he sacado total provecho de las prendas de mi armario. Lo tengo dividido por prendas informales, casuales y formales, ropa para eventos personales y de tipo profesional. Los mismos grupos se dividen en blusas, faldas, pantalones, enterizos, blazers o chaquetas y entre ellos por colores.
Hasta allí todo bien, perfectamente funcional para mi manera de combinar las cosas. Pero de pronto me encontré buscando cada vez que salía de casa, dos pantalones, uno azul oscuro, jeans y el otro negro de tela casual. Tres blusas, una blanca, y dos estampadas en colores neutros. Que combinaba con una chaqueta de jeans para abrigar, de ser necesario, o mis pañuelos, que nunca me faltan, ya sean grandes o pequeños.
Mis nuevos aretes favoritos, unos tan discretos que casi no se ven, lo que no me quitaba del todo, ni para ducharme y un reloj. Las carteras inseparables: dos mochilas, una negra y una roja. Mis zapatos, unas zapatillas casuales o unas deportivas. De hecho los únicos que me quedaban perfectos después de que el pie me creciera una talla durante el embarazo.
Meses vistiendo de esta misma manera o incluyendo una blusa diferente para los mismos elementos antes mencionados. Tan monótona que no me reconocía, pero feliz porque dedicaba poco tiempo para pensar en el atuendo.
Así mismo entré en otra crisis con mi cabello, rizado y corte midi. He tenido la osadía de probar todos los largos. Y por más tiempo lo he llevado corto, muy corto, pero con el embarazo lo dejé crecer y al finalizar lo tenía de nuevo por los hombros. Así que se volvió un problema que me obligaba a llevarlo solo recogido en una tortita, cosa que me aburrió de sobre manera. Por eso decidí volver a cortarlo y hacerme un texturizado que me lo mantenga domable, y poder peinarlo casi con los dedos.
Mi maquillaje, después que le he dedicado buena parte de mis mañanas, ahora es muy básico y ligero. Bien marcado, pero nada que me limite al salir. Una buena base que unifica tono y ojeras. Marcar cejas, delineador de ojos, mucha máscara, blush e iluminador para ciertos días, y labial o muy natural o tono fuerte.
He reducido mucho de mi tiempo a la hora de salir y le dedico más a mi bebé. Con quien estoy la mayor parte del tiempo y que no requiere tampoco que haga sobre esfuerzos para estar demasiado producida. El día que lo requiero por temas de trabajo. Mi maridito bello, que me apoya en todo, me ayuda con el peque, para poder dedicarme más minutos si es necesario.
Quizá no todas tengan la ventaja que yo de poder estar con mi peque todo el tiempo. O de tener un negocio propio para organizar sus tiempos a su conveniencia. Auunque créanme que tener negocio propio no significa que uno esté con el tiempo libre para lo que uno quiera, al contrario. Sin embargo, la mayor parte del tiempo es una bendición. Aún, así siempre hay formas de reducir los tiempos que antes dedicábamos a nuestro arreglo personal y dedicarles más tiempo a nuestros hijos.
Otras cosas que he aprendido en este último año y nueve meses, es que los complementos que una vez eran solamente hermosos y cómodos (y a veces incómodos, pero que de todos modos los usaba) como unos tacones o calzado muy altos, una cartera que se convertía en muy pesada, ahora ya no son una opción.
Necesito estar bien físicamente. El dolor de espalda, cuello y hombros que ya supone cargar a los peques. O las posturas que tomamos inconscientemente, por todas las actividades que realizamos, son suficiente como para encima sumarles el peso de una cartera o llevar zapatos inadecuados.
He decidido que si voy a hacerme de un nuevo par de zapatos o carteras, serán muy ligeros. En el caso del calzado con buen soporte en talón y arco del pie. Bajé la altura que llevaba para sentirme más cómoda y que a corto o largo plazo no vaya a sufrir de problemas crónicos por no pensar en que mi cuerpo necesita atención.
Algunas amigas han dejado en casa sus carteras y usan un bolso básico en el que llevan lo de los peques y también documentos. Y una cosmetiquera básica por si es necesario, ahorrándose un chéchere más que llevar.
Lograr un estilo más natural no es fácil si estás acostumbrada a algo más llamativo, producido o poco cómodo para este estilo de vida que, aunque teniendo ayuda en casa con los niños, nos vemos obligadas eventualmente a relajarlo.
Para esto es importante analizar cada detalle y pensar en que es una etapa, y que podremos retomar el estilo de origen cuando pase la necesidad de estar listas para la acción y no solo para la fotografía. Y es que no se trata de vernos descuidadas, ya que es algo que al final afecta hasta la autoestima, se trata de ponerle mente para lograr un balance para todo.
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Gracias
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