Súper Mamás, para empezar, nos gustaría darles una definición clara de lo que es la salud mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad (OMS, 2001).
Hoy en día, vemos como cada vez más las personas hablan de la salud mental sin tanto estigma ni tabú. Sin embargo, el camino que falta por recorrer para lograr normalizar este término dentro de lo que es la “salud” en general, es muy largo. Con esto quiero hacer referencia a un pensamiento que siempre llega a mi mente al momento de pensar en la salud de los seres humanos.
¿Qué hacen las personas cuando les duele la garganta o tienen resfriado? Van al otorrino. ¿Qué hacen las personas cuando se fracturan un hueso? Van al ortopeda. ¿Qué deberían hacer las personas cuando sienten algún malestar emocional que ya les empieza a dificultar su funcionamiento en distintas áreas (social, laboral, familiar, entre otras)? Ir a algún especialista de la salud mental. Digo deberían, ya que no es algo que hacen todas las personas, ya sea por miedo, vergüenza, o por pensar que no es lo suficientemente importante como realmente lo es.
El bienestar mental de las personas es un aspecto fundamental, ya que hace posible que las personas puedan explotar todo su potencial al máximo, sentirse cómodos(as) en los distintos ámbitos de su vida, y llevar una vida plena y equilibrada.
Los desequilibrios o malestares mentales traen consigo no solo sintomatologías a nivel anímico, sino que también pueden desencadenar en una serie de consecuencias a nivel físico. Por esto, es vital darle la importancia que requiere y que cada vez seamos más conscientes y capaces de reconocer si sentimos que hay algo que no está bien.
Otro punto importante, es darte cuenta que reconocer esto no nos hace más débiles, sino al contrario, nos ayuda a ponernos como prioridad y a comenzar ese camino hacia el amor propio, ya que no hay acto de valentía y amor más grande hacia nosotros mismo, que ser capaces de aceptar que no podemos solos. Con el simple hecho de canalizar este aspecto, ya la carga que llevamos en nuestras espaldas comienza a disminuir.
El habla es un mecanismo sumamente terapéutico. En la medida en que somos capaces de expresar nuestro sentir y normalizar este tipo de situaciones en donde nuestra salud mental se encuentra amenazada, no solo nos ayudamos a nosotros mismos a sentirnos más ligeros, sino que también sin saberlo, podemos ayudar a personas de nuestro alrededor, quienes quizás aun no se atreven a dar este paso, y al escucharnos se dan cuenta de que no están solos y que la batalla es de muchos.
Escrito por:
Alejandra Castillo Vega
Psicóloga Clínica
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