Querida Súper Mamá, las emociones de tus hijos muchas veces son difícil de interpretar para ti como mamá y es completamente comprensible, es por eso que en esta ocasión la Psicóloga Ely Cowes nos explica cómo detectar si tus hijos están pasando por dificultades emocionales.
Antes de adentrarnos al mundo emocional de los niños, es importante recalcar que todos –absolutamente todos– pasamos por dificultades emocionales; la clave está en saber distinguir cuándo estas nos sobrepasan, es decir, cuándo mis recursos para enfrentar las adversidades no son suficientes y necesito ayuda.
Lo que sucede con los niños es que ellos se encuentran precisamente en la etapa en que están adquiriendo diferentes habilidades, entre esas, aquellas para enfrentar las frustraciones y adversidades de una forma más regulada. Lo que no podemos perder de vista es que esta es una habilidad que, para desarrollarla, requiere de otra persona que inicialmente ayude al niño a calmarse y entender lo que le está sucediendo. Esto se llama corregulación, y es la base para que el niño pueda lograrlo posteriormente y de manera más independiente, entendiendo que habrá momentos en los que, aunque ya sea mayor –adolescente o adulto inclusive– seguirá necesitando de otro que le preste de su calma.
Es súper importante contextualizar. Con esto me refiero a que hay experiencias de vida que van a generar estrés y esto tendrá como consecuencia diferentes despliegues emocionales; por ejemplo:
Lo anterior puede conllevar a desajustes emocionales, y esto es normal. Contextualizar también supone entender el despliegue emocional según la edad. Es posible, por ejemplo, que un niño de 8 años que ya ha logrado independencia para ir a la escuela, de pronto se encuentre teniendo episodios de “mamitis” o “papitis” al cambiarse a una nueva escuela. O que un pequeño de jardín infantil que está experimentando muchas peleas entre los padres en casa, empiece a morder a los compañeritos.
Los niños manifiestan gran parte de sus dificultades a través del comportamiento, muchas veces porque no cuentan con el vocabulario y la capacidad mental para poner en palabras sus experiencias. Entonces, estar pendientes de su comportamiento, el cual se puede tornar regresivo, nos daría mucha información sobre cuán sobrepasado se puede encontrar. Cuando hablo de comportamientos regresivos, me refiero a que los niños pueden empezar a comportarse como más chiquitos de lo que realmente son, muchas veces indicando que necesitan del otro, generalmente papá, mamá o algún cuidador principal. Si logramos descifrar a qué se deben esos cambios y apoyarlos a través de la corregulación, podremos ver el comportamiento disminuir hasta desaparecer. Ahora, ¿qué pasa cuando esto no sucede?
Lo que estos indicadores anteriormente mencionados nos señalan es que la vida diaria del niño se está viendo significativamente afectada en alguna de las esferas más importantes que son: el colegio, lo social, personal y/o familiar. Si logramos identificar algunos de estos indicadores podría ser el momento de buscar ayuda profesional, y ¡para eso estamos los psicólogos! Lo importante a tomar en cuenta es que: entre más temprano, mejor y siempre hay espacio para reparar y mejorar.
Súper mamá, cuéntanos ¿has vivido alguna experiencia similar con tus hijos?, ¿cómo le has ayudado? ¡Te leemos!
Por Mgtr. Ely Cowes R.
Psicóloga clínica de niños y adolescentes
@psycowes
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