Cada día está más presente el uso del término “depresión”. Por ejemplo: me siento deprimido, ella está deprimida, siento que me voy a deprimir si esto pasa. En el lenguaje coloquial la depresión se ha vuelto sinónimo de la tristeza. Pero en realidad ser diagnosticado con depresión es muy diferente a estar triste. Por ende usar este término de manera incorrecta hace que nos ceguemos ante este trastorno emocional que cada vez está más presente en niños, adolescentes y adultos.
Es muy importante detectar de forma temprana si una persona está deprimido, puesto que antes que se comience un tratamiento rápido y efectivo es mejor. Ahora la pregunta del millón que a toda mamá y papá se hacen ¿Cómo sé si mi hijo está deprimido o solo es tristeza? Antes de comenzar a describir los síntomas de la depresión me parece fundamental que diferenciemos el “estar triste” con “estar deprimido”.
La tristeza es una emoción que puede surgir como respuesta a alguna situación que esté sucediendo. La intensidad de la tristeza va acorde a la misma. Estos sentimientos no interfieren con las actividades de la vida diaria de manera significativa, por lo general la tristeza no se extiende en el tiempo. Sin embargo, en la depresión también se experimenta la tristeza, pero de modo desproporcionado a lo que está sucediendo. Y esta emoción interfiere en gran medida con las actividades de la vida cotidiana (salir con los amigos, dificultades en la escuela, o en el funcionamiento de la casa) Los sentimientos que se suelen sentir son de desesperanza y de inutilidad.
Algunos indicativos que podemos observar que nuestro hijo esté sufriendo una depresión es que dejan de hacer cosas que antes le daba placer y disfrutaban. Algunos otros síntomas pueden ser: llorar mucho, comer mucho o poco, dormir mucho o muy poco, problemas de concentración, dolores de estómago o de cabeza que no responden a medicamentos o tratamiento, sentimientos de desesperanza, aislamiento social o falta de comunicación
El diagnóstico y tratamiento de los niños y adolescentes con depresión debe realizarse por profesionales de la salud mental que estén preparados para poder diagnosticar. El tratamiento optimó para estos casos es la medicación junto con un proceso terapéutico, así mismo como un trabajo interdisciplinario entre padres, profesionales de salud mental y los profesores de la escuela.
Por último, no quiero dejar de recalcar que para tratar de prevenir depresiones mayores con nuestros niños y adolescentes debemos poder hablar de nuestras emociones y lo que diferente situación nos generan, para así, dejar un canal abierto con nuestros hijos y que ellos se sientan cómodos hablado de los que les pasa y así logren pedir ayuda cuando se sienten desesperanzados.
Por: Ana Gabriela de Obaldía
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