Por: Ana Isabel Correa
Súper Mamá, estamos pasando por un momento sin precedentes y muy difícil. Sabemos que, muchas, han quedado sin trabajo y eso impacta en su salud emocional y mental. En este artículo, la Psicóloga Ana Isabel Correa, nos comparte sobre el manejo de las emociones después de una pérdida laboral.
Por más difíciles que sean los cambios, es lo único constante en la vida. Todo cambio requiere un tiempo de adaptación. Sin embargo, hay situaciones que se nos presentan y alteran nuestra “normalidad” sin previo aviso. Con el Covid-19 todo ha evolucionado tan rápido, que la velocidad de los cambios ha intensificado el impacto y no hemos tenido tiempo de prepararnos.
En plena crisis de salud pública, es natural que todos estemos muy preocupados por preservar nuestra salud. El virus representa una amenaza real. Es tanta la preocupación, que no hemos tenido tiempo de pararnos a pensar. Hemos aceptado tomar medidas extremas por nuestro instinto de supervivencia. Esta crisis ha desencadenado pérdidas colaterales. Algunas fáciles de reconocer, otras que, quizás, no nos hemos dado ni cuenta. Una de las pérdidas más importantes para la población adulta, además de la libertad, ha sido las pérdidas laborales.
Todo depende de la naturaleza de la pérdida: el qué, el cómo y el cuándo. El dolor detrás de la pérdida, puede estar relacionado al hecho de que una parte de nuestro bienestar depende de eso que hemos perdido. O, tal vez, porque hemos invertido mucha energía en eso que, cuando lo perdemos, también perdemos una parte de nosotros.
Las pérdidas desencadenan duelos y estos hay que trabajarlos. Un duelo no es exclusivo para la pérdida física de un ser querido. Perder el trabajo también es perder una parte importante de nuestra vida. Es común experimentar los síntomas de duelo.
El desempleo genera un aumento en el precio emocional. Toda pérdida requiere una reestructuración mental y física. Si la vida cambia, tú también. Las consecuencias de perder el trabajo pueden variar según el nivel de dependencia que tenemos del mismo. No es lo mismo perder un trabajo cuando nadie depende de ti, que perderlo cuando representa el sustento de una familia.
Es importante recordar que el bienestar es subjetivo. No es igual para todos y un trabajo no asegura que lo experimentamos. Sin embargo, trabajar, más allá de ofrecer estabilidad económica, ofrece también elementos claves para una estabilidad emocional. Impacta directamente en nuestra autoestima. Nos permite sentirnos útiles, ser reconocidos por parte de otros, tener independencia, potenciar nuestra creatividad y relacionarnos con otros.
El desempleo se vive y se interpreta de distintas maneras. De forma general, puede intensificar emociones desagradables. Como la incertidumbre, impotencia, incapacidad, estrés, tristeza, reducción de autoconfianza, rabia o desesperanza. También, es común el aislamiento social y la práctica de hábitos de vida menos saludables.
Es importante darle a este malestar la atención que se merece. Podría desencadenar trastornos psicológicos como ansiedad y depresión. Incluso, hay investigaciones que sugieren que si el desempleo se da por periodos muy prolongados y la persona no tiene suficientes recursos (físicos, emocionales y/o económicos) puede convertirse en un motivo para llevar a cabo un suicidio.
Cada quien hace lo que puede con lo que tiene. Es importante mirar al otro desde la duda y no desde la suposición. Nuestra reacción emocional no será igual que las de los demás. Cada quien lleva su propia cajita de herramientas emocionales.
Es posible que, en algunos casos, el desempleo se convierta en un vacío fértil. El experimentar una situación de necesidad, a veces, nos impulsa a reinventarnos. Puede incentivarnos a salir de nuestra zona de confort y buscar mejores opciones laborales o incluso a crear nuestro propio emprendimiento. Si este no es tu caso, no te juzgues. Tu reacción es igual de válida.
Si sientes que, en este momento, tu mundo está en “caos”, te invito a que intentes poner en orden tu mundo interno primero. Algunas recomendaciones para gestionar las emociones son:
Ninguna situación dura para siempre. Así como un día perdemos un trabajo, también habrán oportunidades de conseguir otro. Esto no hace más fácil la pérdida, pero si te permite mirarla desde otro punto de vista. Sé activa en la búsqueda de tu bienestar. No todo llega sin buscarlo. Si sientes que la situación sobrepasa tus recursos personales disponibles, te invito a que pidas ayuda a un profesional de salud mental.
Súper Mamá, ¿qué piensas del duelo de perder un trabajo? ¿Has estado en esta situación? Te leermos.
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