‘Oficialmente el mejor día de mi vida’

Hoy, nuestra Super Mamá Isabeau Méndez, nos describe toda la transición del pre y post nacimiento de Ella. De cómo le dijo a su esposo -de que camino al hospital- debía manejar como un taxista. ¡Mira su historia!

 

Texto: Isabeau Méndez

(Mamá Primeriza)

 

Entre el 16 y el 24 de junio era el lapso de tiempo estimado para el nacimiento de Ella.

 

El 17 visité a mi doctor y luego de revisarme, me dijo que todo parecía indicar que en los siguientes 3 días daría a luz.

 

El 18, decidí darme una manita de gato, me arreglé el cabello y las uñas, quería sentirme lista para decirle adiós a esta etapa y verme lo mejor posible para darle la bienvenida a mi princesa -pero para mí desilusión- ese día no pasó nada.

 

El 19 me desperté y opté por hacer lo que todo el mundo me decía: caminar, caminar y caminar… visitamos a familiares, fuimos al mall y paseamos por el Casco hasta las 7 de la noche, pero nuevamente para mí desilusión, no pasó nada, así que nos fuimos para la casa.

 

Llegaron las 9:33 PM del mismo 19 (recuerdo la hora porque justo había revisado mi celular). La TV estaba prendida corriendo una película en Netflix y los dos nos habíamos quedado dormidos. Me sorprendió que cayéramos tan temprano, pero volví a cerrar los ojos y cuando llegué a ese momento entre dormida y despierta, en el que justo estás empezando a soñar, escuché un ruido similar a cuando explota un globo y me desperté asustada, insegura de si había pasado de verdad o si me lo había imaginado.

Desperté a Rafa y le pregunté si él también lo había escuchado, pero me dijo que no y siguió durmiendo. En eso, me comenzó un cólico pequeño y volví a jamaquearlo: “creo que el ruido vino de mi”. Me levanté del sofá y enseguida calló al piso un montón de agua, en efecto había roto fuente. Rafa corrió al segundo piso a vestirse y en lo que buscaba nuestras maletas y volvía a bajar, ya el dolor se había duplicado.

 

Tengo un gran blackout del camino hacia el hospital, supongo que por los nervios, pero sí recuerdo que como Rafa es súper cauteloso y usualmente maneja muy lento, le dije brava: “más te vale que hoy sí manejes como taxista”. Gracias a Dios no había tráfico y llegamos en menos de 10 minutos, allí me subieron enseguida al piso de labor y me dieron mi cuarto. El lugar entero estaba vacío y recuerdo pensar: “ok, por lo menos en el peor de los casos podré gritar sin pena porque no hay nadie hahaha”. No estaba asustada, más bien creo que estaba molesta por el dolor y la idea de tener que esperar hasta que llegaran los doctores.

Mientras tanto fueron llegando diferentes miembros de mi familia y amigos cercanos así que al menos me sentía super bien acompañada. Por ser primeriza, nadie pensó que el parto sería rápido, más bien se le dijo a mi familia que se fueran a descansar y volvieran al día siguiente, porque esto usualmente tomaba entre 8 y 12 horas, sin embargo, cuando el doctor me revisó, se dio cuenta de que ya había dilatado 5cms, así que apuraron al anestesiólogo para que llegara a ponerme la epidural (por la cual ya estaba básicamente rogando del dolor).

 

Todo esto suena como que pasó en un largo rato, pero apenas seguían siendo las 10:30pm.

 

Finalmente me pusieron la epidural y desde ese momento en adelante todo mejoró para mí. El dolor se calmó, pero un rato después comencé a sentir como que tenía muchas ganas de ir al baño a hacer número 2. Dentro de mi ingenuidad recordé que en algún lugar había leído que cuando llegabas al hospital a dar a luz, debían ponerte un enema para evacuar tu intestino, pero como todo había sido tan rápido, no habían podido ponérmelo. Así que llamé a la enfermera para avisarle que tenía muchas ganas de ir al baño y que no habían alcanzado a ponerme el enema, y cuando me revisó, se asustó y me dijo: “No son ganas de ir al baño”, ¡así se siente cuando ya viene el bebé! ¡Son ganas de pujar!”. Y salió corriendo a buscar al doctor y a avisarle a mi esposo que se preparara para entrar al cuarto de expulsión conmigo.

 

Yo, medio en shock de lo que acababa de decirme, lo único que podía pensar era que no podía ser posible, ya que todo el mundo me había dicho que el parto debía tomar entre 8 y 12 horas. Pero inmediatamente me pasaron a una silla de ruedas y me llevaron a la sala de expulsión junto con mi esposo, y allí estuve empujando a Ella por más o menos 30 minutos.

Quisiera decirles que lo recuerdo todo a la perfección, pero tengo muchas lagunas mentales porque en cierto punto de la labor, mi presión subió tanto que tuvieron que darme algún tipo de calmante y realmente el tiempo se me pasó volando.

 

La pregunta del millón: ¿te dolió? No. Una vez me pusieron la epidural, no volví a sentir dolor. Ella nació a las 12:07 de la madrugada del 20 de junio, tan solo 2 horas y media después de haber roto fuente en mi sala, y gracias a Dios sí recuerdo el momento en el que me la colocaron encima para el primer contacto piel-a-piel. ¡Fue MÁGICO! Y la mejor parte fue salir de la sala de expulsión y encontrarme con toda mi familia y amigos cercanos que estaban ansiosos esperando para conocerla.

 

Este se convirtió oficialmente en el mejor día de mi vida y no puedo esperar a comenzar a crear recuerdos hermosos con mi nueva familia.